¿Todo vale?
Los sueños existen como aliento hacia la esperanza de que un deseo podría convertirse en realidad. Una ilusión aún no hecha realidad que te da la motivación suficiente para querer alcanzarla.
Los sueños existen como aliento hacia la esperanza de que un deseo podría convertirse en realidad. Una ilusión aún no hecha realidad que te da la motivación suficiente para querer alcanzarla.
Quizás es una de las cuestiones más sencilla y a su vez mas difíciles de contestar. En la actualidad, cada vez con más frecuencia, hacemos uso de la introspección sobre estos temas como un refugio a la falta de sentido en la que a veces nos encontramos, a la falta de ayuda de cómo gestionar todo lo que nos acomete en caminos complejos.
No es un secreto saber que el ser humano ha rechazado a lo largo de la historia lo distinto en lo ajeno, en su mayoría por miedo a lo que no entendemos.
Comencé a pensar sobre el hecho de poder "recordar" los momentos vividos cuando empecé a leer un libro en el que uno de los personajes padecía alzheimer. Con el transcurso de la historia, se iba haciendo más hincapié a los recuerdos que había vivido este personaje en el libro, pero sobretodo a lo bonito y lo valorado que era poder rememorarlos.
Es de esas palabras que engloban tantas emociones que a veces es difícil de expresarlas. Quizás no para los que la viven puntualmente, pero sí para los que la llevan consigo día tras día. La ansiedad, difícil de explicar para quienes no la padecen, tan complicada de hacer empatizar. Explicar que, lo que no es un peligro para el mundo si lo es para tu mente. Que aunque tu controles tu cuerpo, él va subir de pulsaciones sin pedirte permiso en situaciones que no lo requieren, que aunque haya aire tu puedes ahogarte porque tu otro yo decidió que todo iba a ser una gran montaña de arena.
Al parecer cuando nos hace sentir mal algo que dijo o hizo otra persona, se apodera de nosotros el sentimiento de haber sido poco respetado, ofendido o incluso el hecho de sentirnos inferior por la actitud molesta. El verbalizar lo que ha ocurrido con otra persona diferente y contándolo con nuestra propia versión, más el apoyo de a quien se lo cuentas, es sin duda un chute de seguridad que recupera el ofendido.
Y entre rutinas y el deber, entre tareas y rapidez, un día, por circunstancias, tienes que sentarte en ese banco por el que sueles pasar de largo cada mañana, solo te sentaste para descansar un momento, hace buen tiempo y el sol es suave y decides que solo será un momento. No sacas el móvil porque lo tienes en el fondo de tu bolso lleno de cosas que utilizas por estar todo el día fuera de casa y prefieres no sacarlo. El no tenerlo te hace comenzar a contemplar a tu alrededor.
Dicen que es un arte curtido el de saber escuchar. Una especie de entrenamiento mental en donde entran en juego el autocontrol del callar y el saber apartar el ego para que no superponga su opinión. Una reeducación en donde agudizar el oído, que tu mente se enfoque en procesar lo que escucha y no en creaciones de posibles respuestas preparadas para su expulsión en cuanto sea posible.
Es sorprendente como la necesidad externa puede transformarnos la vida, como tus propias creencias y decisiones, que pueden cambiar por las opiniones de quienes te rodean.
Quizás este ya sea un tema demasiado hablado, como algo que ya sabe todo el mundo, tan hablado que ya está impregnado y aceptado entre nosotros.